Este yacimiento tiene la forma de un vasto anfiteatro creado por el hundimiento de una parte de la meseta submarina. Los buceadores tienen dos opciones de exploración, una en el extremo sur de la arena y otra en el punto norte. La profundidad del yacimiento oscila entre 8 y 40 metros.

Sin duda, el mejor sitio para los principiantes en Tahití. Un anillo de coral que es ideal para una primera inmersión. También hay 3 pecios en la arena: un Cessna (5 m) y 2 barcos.

A sólo 20 minutos en barco desde el puerto deportivo de Taina, tienes la oportunidad de explorar el extremo noroeste de la meseta coralina de Tahití. Un faro guía a los barcos para divisar el arrecife de coral y el comienzo de la laguna mientras navegan por Tahití.

Una vertiginosa y sensacional pared vertical. La barrera de coral desciende suavemente hasta 5 ó 6 metros y se precipita en una pared escarpada rica en fauna y flora...

Hermosa abertura en el arrecife. Mucha verticalidad al llegar al Drop-off de St. Etienne. La parte superior de la bajada es muy animada, con muchos peces y tortugas. Una inmersión magnífica, sobre todo con buena visibilidad.

El descenso tiene lugar a lo largo de un desnivel, marcado a partir de 25 metros por un saliente de coral en cuyo extremo se alza un magnífico pico de 15 metros de diámetro.

Situado cerca del Valle Blanco, este yacimiento alberga los antiguos restos del naufragio del barco Tahi Nui, que descansa a una profundidad aproximada de 30/40 metros. Una magnífica colonia de coral en forma de rosa adorna el lecho marino cerca de una impresionante caída.

Una de las inmersiones más bellas de Tahití por su fauna. Tiburones grises, punta blanca, punta negra, limón y a veces incluso el majestuoso tiburón tigre. La inmersión se recomienda especialmente para el buceo a la deriva.

Uno de los pocos pecios de la Polinesia. Explorará los restos del Catalina PBY-5A, cedido por la Marina estadounidense a la RAI (Régie Aérienne Inter-insulaire, antecesora de Air Tahiti) y que voló en el aire de la Polinesia en la década de 1950.

Situado en el corazón de la Bahía de los Pescadores, el lugar se presenta como un vasto disco, barrido por las olas. El borde exterior, escarpado, ofrece bellas perspectivas sobre el abismo; gorgonias y coral negro encuentran allí su lugar.